Cuando Juan Carlos I abdicó, el 2 de junio de 2014, le dejó a su hijo Felipe dos títulos: el de jefe del Estado; y el de jefe de la Casa Real española, la dinastía de los Borbones. Por su primer cargo, el Rey debió lidiar con la ruptura del bipartidismo, que se había iniciado en las elecciones europeas del mes anterior y se prolongaría en un largo periodo de inestabilidad con cuatro elecciones generales en cinco años (2015-2019). Además, tuvo que enfrentarse al desafío independentista catalán e intervenir personalmente con su discurso del 3 de octubre de 2017.
