En la guarida de Andrés Roemer: tres víctimas relatan los abusos sexuales del comunicador

Las víctimas eran conducidas al sótano de la casa, sin ventanas, las luces tenues, el vino dispuesto con alguna botana, una mesita de centro, dos sofás, siéntate, toma un trago, al fondo, la pantalla de cine y las bocinas. Y la puerta cerrada con llave. Ábreme. ¿No te vas a despedir? El dinero, al final, para comprar ropa, para cerrar bocas: la credibilidad la tengo yo, tú solo eres una niña. Y después, llegar a casa y vomitar para ver si sale la culpa, el miedo y el asco. La guarida de Andrés Roemer la describen a la perfección las mujeres que han denunciado agresiones, todas el mismo relato, el mismo proceder del nuevo “depredador sexual”, como le llaman, que estos días se desayuna, merienda y cena con confesiones en Twitter calladas por mucho tiempo. “Nunca había vivido un dolor tan grande”, ha dicho a este periódico. “Ahora te linchan igual si echas un piropo que si descuartizas a una persona”, afirma.

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