Boeing no gana para sobresaltos. Lastrado por el impacto de la pandemia, el gigante de la aeronáutica encadena incidentes que cuestionan la seguridad de sus aparatos y empañan aún más su reputación corporativa, tras dos siniestros mortales registrados en los últimos años. Los últimos fueron, este sábado, la caída de piezas del fuselaje de un vuelo comercial en Denver (EE UU) y la pérdida de palas de turbina de un avión de carga en Maastricht (Países Bajos), tras sendos fallos en sus motores. Aunque ninguno de los sucesos provocó daños personales reseñables, el fabricante ha anunciado la inmovilización de los 128 aparatos del modelo 777 con motor Pratt & Whitney (PW) —el averiado en Denver—, mientras las autoridades neerlandesas investigan lo sucedido con el cargo 747-400 (Jumbo), que tras el incendio de uno de sus motores, también PW, diseminó pequeñas piezas de metal sobre las localidades de Meerssen y Maastricht. Dos personas resultaron heridas leves.
