Simón Bolívar fue un militar descomunal, pero como presidente tuvo notables deficiencias. Le aburría el trabajo de oficina en Santa Fe de Bogotá. Sólo se quedaba el tiempo mínimo para que otra campaña militar lo llevara de nuevo a cabalgar, libertar territorios, resolver crisis de gobernabilidad y apaciguar a las élites locales a muchos días a caballo. Su gobernabilidad se basaba en esa disposición a presentarse y cambiar el ánimo de la gente; a que su cara hacía el milagro.
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