¿Qué se lleva uno del lugar donde ha nacido, que lo ha visto crecer y echar raíces, si sabe que no va a regresar jamás? ¿Cuánto de una vida cabe en un hatillo de mantas y cuerdas, en un bolsón de rafia, en una bolsa de supermercado? Esta es la decisión que han tenido que tomar, deprisa y corriendo, decenas de miles de armenios que han huido de Nagorno Karabaj, un enclave en suelo de Azerbaiyán y centro de un conflicto de décadas. Según datos del Gobierno de Armenia, más de 70.000 personas han cruzado la frontera desde el domingo, lo que supone que en torno al 60% de los habitantes lo han abandonado por temor a lo que pueda sucederles a medida que las autoridades azerbaiyanas retoman el control de la zona.
