El pato Donald desaparecido en combate y otros momentos clave del debate republicano

El segundo debate republicano de los candidatos republicanos a las primarias estuvo marcado, como el primero, por la ausencia de Donald Trump. Varios de los candidatos se atrevieron a criticarle. El exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, se dirigió directamente a él mirando a cámara y, con un juego de palabras, dijo que era el momento de llamarle “pato Donald”. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, criticó su ausencia diciendo que estaba “desaparecido en combate”. El exvicepresidente Mike Pence criticó sus ansias de acaparar poder en Washington. Pero ni siquiera se mencionaron sus problemas legales.

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El gobernador de Florida es segundo en las encuestas, pero la brecha con Donald Trump apenas ha parado de ampliarse. DeSantis ha decidido lanzarle algunos ataques en el segundo debate, criticando su ausencia, pero también presumiendo de su política firme contra el aborto, frente a cierta indefinición de Trump. Ocupando el puesto central del escenario, ha sido el candidato que más ha hablado. Ha aprovechado algo mejor sus minutos que en el primer debate, pero no ha logrado alzarse lo suficiente como para ser percibido como una alternativa real. “Las encuestas no eligen presidentes. Los votantes eligen presidentes”, ha dicho cerca del final del debate. No pierde la esperanza.

Ramaswamy fue la sorpresa del primer debate. Acaparó las intervenciones y los ataques a otros candidatos, y salió relativamente bien parado de la mayoría de enfrentamientos, aunque también recibió un par de revolcones. Se mostró como un trumpista milenial y defendió el legado del expresidente. En el segundo debate, sin embargo, el factor sorpresa ya había pasado. Apeló a la unidad y a superar las divisiones cuando le atacaban, pero sin resultar convincente. Fue objeto de críticas por haber tenido negocios en China, por usar TikTok y por no apoyar la ayuda a Ucrania, entre otras cuestiones. No estuvo hábil defendiéndose. Y su discurso sonó artificial y por momentos lanzó bulos, entre ellos el de que la transexualidad “es un desorden de salud mental”.

Nikki Haley, la única mujer que compite en las primarias republicanas, aparece como una de las ganadoras del debate. También destacó en el primero. Se manejó con soltura, mostró criterio propio, no rehuyó el choque con otros candidatos, entre ellos Ramaswamy y el senador Tim Scott y completó una actuación sin errores. De no ser por la enorme ventaja que saca Trump a todos los candidatos, parecería la estrella ascendente de las primarias.

La referencia de Pence a la cola del paro no es muy afortunada. La creación de empleo ha batido récords durante el mandato de Joe Biden. La economía estadounidense ha creado más empleos en la primera mitad de su presidencia que en cualquier primer mandato de cualquier otro predecesor. La tasa de paro se mantiene cerca de sus mínimos en medio siglo, constantemente por debajo del 4%. De hecho, lo que preocupa a la Reserva Federal es que haya tanta tensión en el mercado laboral, con muchas más plazas disponibles que parados. Por lo demás, Pence ha tenido un debate gris. En el primero logró que el resto de candidatos defendiese su decisión de plantarse ante Trump cuanto le pedía anular el resultado electoral. Esta vez ni siquiera se ha hablado del tema.

Christie es el más fiero opositor a Trump entre los candidatos republicanos de las primarias. Dijo que el expresidente “se esconde detrás de las paredes de sus clubes de golf” en lugar de contestar a las preguntas. Y cuando los moderadores, sin mucho éxito, trataron de convertir la carrera de las primarias en Supervivientes y preguntaron “quién debería abandonar la isla”, fue el único que se mojó: “Yo voto echar a Donald Trump de la isla ahora mismo. No solo ha dividido a nuestro país, ha dividido a las familias”. Christie se ganó algunos abucheos de los asistentes al debate en la Biblioteca Ronald Reagan de Simi Valley (California), pero en algunos momentos sus intervenciones también fueron recibidas con risas o aplausos.

Pese a esa intervención, Scott sostiene que Estados Unidos no es racista. En el primer debate estuvo completamente desdibujado, pero en el segundo ha tenido algunos momentos en que ha expuesto su oratoria. Se enredó en un rifirrafe con Nikki Haley en el que las palabras de ambos se superponían. En general, su campaña ha estado muy por debajo de las expectativas. Intentó ganar algo de notoriedad a raíz de la huelga de los Tres Grandes de Detroit asegurando que sería partidario de despedir a los huelguistas. Cuando le han preguntado si despediría a cientos de miles de personas en huelga se ha echado atrás alegando que ningún presidente puede despedir a empleados del sector privado.

Burgum es un candidato marginal, que ha logrado entrar en el debate en el último momento, pero su intención de voto es mínima. No ha destacado por sus intervenciones y ha sido el que menos ha hablado, aunque en una ocasión se ha alargado tanto que los moderadores han tenido que amenazar con cortarle el micrófono. Probablemente, ya no esté en el tercer debate, previsto para el 8 de noviembre en Miami.

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