El Gobierno catalán ha asumido ahora la dificultad de atajar los disturbios desatados durante las protestas a favor del rapero Pablo Hasél. “La situación es de una complejidad inaudita”, admitió ayer el consejero de Interior en funciones, Miquel Sàmper, por la violencia “desmedida y desbocada” de las últimas dos semanas. El consejero, que ayer hizo frente común con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no se ha planteado por ahora la posibilidad de solicitar el auxilio del Cuerpo Nacional de Policía. Confió en no tener que hacerlo: cree que el “momento álgido” de las protestas ya ha pasado.
