El dilema uigur

Nunca hasta ahora un alto cargo del Gobierno chino se había dirigido al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El 22 de febrero lo hizo el ministro de Exteriores, Wang Yi, que expuso las líneas maestras de unos “derechos humanos con características chinas”. Un popurrí de la Declaración de Bangkok de 1993, crítica marxista y relativismo cultural. Una visión donde los derechos del individuo son reemplazados por los abstractos y genéricos del “pueblo”, los económicos, disociados de los civiles, y la universalidad de los mismos, intercambiada por una libre interpretación nacional. En suma, un retorno a la concepción comunista de los derechos humanos, facilitado por la nueva presencia de China y Rusia en el Consejo, y la ausencia de EE UU, Trump mediante. No ha lugar a las críticas e injerencias externas. Ni en Hong Kong, ni en Xinjiang, la extensa región del noroeste de China donde viven los uigures musulmanes.

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