En tiempos de operaciones bursátiles supersónicas, que atraviesan el planeta de una punta a otra en segundos, y con la tecnología más precisa al alcance de los operadores, cuesta creer que una decena de fondos de inversión fueron inopinadamente agraciados por un error: una millonaria transferencia del banco estadounidense Citigroup que no tendría que haberse producido.
