Lo confieso: yo también era muy escéptico con la repostería vegana. Y lo era después de haberme comido algún ladrillo que cambiaba el maltrato a los animales por la tortura a los paladares humanos. Sin embargo, debo reconocer que las últimas muestras de pastelería no ovoláctea que han llegado a mi bocaza han acabado con mis prejuicios: se pueden hacer buenos bizcochos, postres o dulces sin huevo, leche o mantequilla, porque existen múltiples alternativas para sustituirlos sin que el sabor o la textura se resientan demasiado.
