China cambia préstamos por inversiones en Latinoamérica durante la pandemia

En plena crisis sanitaria derivada de la pandemia del coronavirus, China ha dado un giro a su relación con Latinoamérica. Por primera vez en 16 años, sus dos principales bancos de desarrollo, el Banco de Desarrollo de China (CDB en sus siglas inglesas) y el Banco de Exportación e Importación de China (Chexim), no proporcionaron ninguna financiación a los Gobiernos de la región en 2020; cero dólares, según los datos recopilados por el Centro de Política de Desarrollo Global de la Universidad de Boston y el centro de análisis Diálogo Interamericano. Las empresas chinas, en cambio, reforzaron sus inversiones en infraestructuras, especialmente en el camino de la distribución eléctrica, y siguió aumentando la demanda de materias primas, pese a que Pekín se comprometió a principios de 2020 con Estados Unidos a aumentar las compras de productos estadounidenses hasta los 200.000 millones de dólares (unos 164.540 millones de euros) en los siguientes dos años.

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El caso de Ecuador

Un buen ejemplo de esa batalla soterrada que libran China y Estados Unidos en Latinoamérica es Ecuador. En los últimos años Pekín ha desarrollado, no solo en América Latina, una política de prestamista de última instancia para países con economías en problemas. Ha sido el caso de Ecuador, pero también el de Montenegro o el de Angola, entre otros. Según datos del Banco Mundial, recogidos por la Universidad de Boston, el 63% de la deuda oficial bilateral de los países más pobres con los países del G20 se lo deben a China, por un monto de 112.000 millones de dólares aproximadamente.
Tras la crisis financiera de 2008, Ecuador suspendió pagos y su entonces presidente, Rafael Correa, decidió recurrir a China, que no le exigía los planes de ajuste fiscal o sostenibilidad de la deuda para hacer el desembolso que exigía el Fondo Monetario Internacional y al que se pagaba parte de esa financiación en barriles de petróleo. Con la crisis desatada por la pandemia en 2020, Ecuador buscó un aplazamiento de pagos y una nueva línea de financiación, con lo que la deuda del país con Pekín suponía ya el 78% de su deuda externa. El acuerdo le obligaba a vender los barriles de petróleo a China a un precio por debajo de mercado, lo que a su vez reducía los ingresos del país y hacía más insostenible su situación financiera. A mediados de enero pasado, Estados Unidos -a través de su Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo- llegó a un acuerdo con el Gobierno de Quito. Washington acordó prestarle 3.500 millones de dólares para reemplazar parte de su deuda externa, incluida la que tiene con Pekín, con la condición de que país andino excluya a las empresas chinas de su desarrollo de redes de telecomunicaciones 5G.

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