Angustia, dolor y redención de Djokovic

Nada más derribar a Daniil Medvedev (7-5, 6-2 y 6-2, en 1h 53m) y apuntalar su reinado en Melbourne, donde ha elevado nueve trofeos —los tres últimos de forma consecutiva, ocho en las once últimas ediciones—, Novak Djokovic se incorporó y señaló directamente hacia su banquillo como un francotirador. El destinatario de ese dedo índice era Ulises Badio, Uli, un pequeño argentino que le acompaña por todo el mundo y cuida al milímetro de ese cuerpo fibroso y elástico que ha conseguido ya 18 grandes, situándose el serbio a solo dos peldaños de Rafael Nadal y Roger Federer (20).

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