Alex Schwazer: “Dejé de verme como un atleta; sólo quería justicia”

Es martes 23 de febrero, son las 8 de la mañana y Alex Schwazer (Vipiteno, Italia; 36 años) contesta al móvil con la misma energía que si fueran las 11. El marchador italiano está feliz y aliviado después de casi cinco años de batallas judiciales para demostrar que un positivo por testosterona en un análisis el 1 de enero de 2016 (pedido tras declarar contra Roberto Fischetto, médico responsable antidopaje de la Federación Internacional de Atletismo, IAAF) era falso. El laboratorio de Colonia analizó las muestras y las consideró negativas. No así la IAAF, que pidió un examen más específico para testar y detectar testosterona sintética, la que finalmente se encontró en la orina de Schwazer y certificó su positivo. La defensa pidió una prueba de ADN, el Tribunal de Bolzano solicitó para ello las muestras al laboratorio de Colonia y tardó dos años en conseguirlas (tuvo que pedir dos rogatorias internacionales, a los peritos intentaron colarles frascos sin sellar, se registraron fallos en la cadena de custodia y mentiras sobre la cantidad de orina conservada). Los frascos del atleta italiano contenían una cantidad “anómala” de ADN como para considerarse fisiológica. El juez Walter Pelino dictaminó, después de tres estudios periciales, que las muestras habían sido manipuladas, “para que diera positivo y así conseguir la suspensión y el descrédito tanto del atleta como de su entrenador, Sandro Donati”. El Tribunal de Bolzano absolvió a Schwazer el pasado día 18 en el juicio por dopaje, que en Italia es delito. El TAS le condenó a ocho años de suspensión en agosto de 2016. “En ninguna carrera había sufrido tal desgaste”, resume Schwazer, campeón olímpico de 50km marcha en Pekín 2008 y padre de una niña de cuatro años y de un bebé de cuatro meses.

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