Pelea de ancianos

No hubo sorpresa. Donald Trump ganó holgadamente. No fue una paliza enorme como en Iowa, donde destrozó a Ron DeSantis, el candidato que realmente pudo hacerle sombra. Nikki Haley cree que ha salido viva de su segunda derrota. Se diría que lo confirma la reacción airada del ex presidente, que no es la de un ganador eufórico. Se debe a su mal ganar, que es como su proverbial mal perder, demostrado desde que salió de malas maneras de la Casa Blanca. Solo se siente a gusto cuando aplasta al adversario. De ahí su furiosa reacción ante la voluntariosa persistencia de Haley, a la que quería descabalgar en New Hampshire.

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