Las olvidadas de América

En Estados Unidos se suele decir que Rosa Parks se sentó para que Martin Luther King pudiera marchar, y que King marchó para que Barack Obama pudiera correr (run for office es la expresión que se usa en inglés para postular a la presidencia). Nueve meses antes que Parks se negara a levantarse de su asiento en un autobús de Montgomery (Alabama) para plantarle cara a las leyes de segregación racial imperantes en el sur del país en los años cincuenta, otra mujer hizo lo mismo. Fue Claudette Colvin, una joven afroamericana que entonces tenía solo 15 años, pero que, para los líderes del movimiento, tenía la piel demasiado oscura y un carácter demasiado “emocional” como para empatizar con la sociedad de la época. Su gesto fue vital en esa lucha, pero quedó oculto en el relato oficial.

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