Colombia llegó a la segunda vuelta presidencial con miedo a que los resultados sean tan estrechos que alguno de los candidatos no los acepte y, mientras se hacen las verificaciones, pueda desatarse un estallido social. Desde hace meses, tanto desde la izquierda como desde la derecha se habla de la posibilidad de fraude electoral. La credibilidad de las instituciones electorales, además, está bajo mínimos.