El 8 de marzo fue el peor día para llamarse Andrés Roemer. Fue el lunes que la fachada de su casa tuvo más espectadores que su programa de televisión porque el domingo dejó de emitirse. Lo hizo sin comunicado, sin palabras de condena y sin necesidad de posicionarse. Los 61 testimonios en su contra –desde tocamientos hasta acoso, violación o privación de libertad– no existieron y, simplemente, el programa, De cabeza con Andrés Roemer, desapareció de la programación de ADN40 y ni el programa ni el canal avisaron del cambio.
