El papa Francisco ha aterrizado este lunes al mediodía en Bagdad, donde comenzará un viaje de tres días a través de seis ciudades. Una expedición arriesgada por la crisis sanitaria y de seguridad en la que se encuentra sumida el país, pero de enorme transcendencia política y espiritual. “Una obligación hacia una tierra martirizada desde hace años”, especificó ya a bordo del avión papal ante los periodistas. El pontífice, el primero que visita el país y una región de mayoría chií, quiere acercarse a las minorías cristianas de Irak y, al mismo tiempo, tender puentes con el islam y encontrar a uno de sus principales líderes: el gran ayatolá Ali Sistani. En el aeropuerto le esperaban el primer ministro del país, Mustafa al Khadimi, y una delegación del Gobierno. Luego se trasladó al palacio presidencial a bordo de un turismo blindado —algo inusual en él—, donde le recibirá el jefe de Estado, Barham Ahmed Salih Qassim.
