El destino holandés de los damnificados del Brexit

En 2018, cuando la primera ronda de las negociaciones para la salida del Reino Unido de la UE llevaba un año en marcha, un éxodo callado dio el pistoletazo de salida: el de las empresas británicas rumbo a Países Bajos. Casi tres años después, el movimiento parece no tener fin: de forma igualmente silenciosa, la ciudad de los canales y los tulipanes se ha hecho con el cetro bursátil europeo. Su mercado movió en enero un volumen cuatro veces superior al de la capital británica, aprovechando así la no equiparación —hasta ahora— de la otrora todopoderosa industria financiera británica a la de sus pares del Viejo Continente, una enorme traba para operar en suelo comunitario. Mientras el embrollo se resuelve, Ámsterdam brilla —no solo gestiona la quinta parte de los 40.000 millones que circulan a diario en acciones a lo largo y ancho de Europa, sino que también lidera las salidas a Bolsa en Europa— y Londres se oscurece.

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