Ayahuasca y agua bendita para buscar a los niños perdidos en la selva de Colombia

Ese día era el día. El día que iban a aparecer. Un chamán llamado El Rubio había bebido yagé la noche anterior y se había encontrado con los niños en su sueño. Lo interpretó como una señal divina. Los indígenas Nicolás, Dairo, Eliezer y Álex caminaban al día siguiente por la selva con ese convencimiento místico. Iban solos, un rato antes se habían adelantado a los militares con los que iban y se habían perdido entre la maleza. Eran las tres de la tarde, una hora en la que lo prudente era volver al campamento antes de que la noche se echara encima. Pero ellos seguían adelante por la fe que tenían en las palabras del hechicero. En esa caminata sin rumbo, los cuatro se toparon con una tortuga.

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