Ellos juegan en los grandes estadios, ellas lo hacen en cachas de entrenamiento. Ellos cobran miles de dólares, ellas deben tener un segundo empleo para sobrevivir. El fútbol femenino en América Latina ha despegado a marcha lenta en algunos países. La desigualdad ha lastrado el crecimiento del deporte en la región y la pandemia de la covid-19 ha significado un duro golpe, pero las futbolistas mantienen encendida la llama.
