El debate sobre el racismo alcanza a Buckingham Palace

La casa real británica ha comenzado a entender en esta semana tormentosa que, cuando creía conocer todas las respuestas, le habían cambiado las preguntas. Las acusaciones de racismo e indolencia ante un serio problema de salud mental, vertidas por el príncipe Enrique y Meghan Markle en su ya mundialmente famosa entrevista con la periodista Oprah Winfrey, han revelado una brecha generacional y emocional, no solo en la sociedad del Reino Unido, sino en el seno de la casa de los Windsor. Horas después de que Buckingham sugiriera en su comunicado de respuesta que los trapos sucios se lavan en casa, el príncipe Guillermo (38 años) entraba de lleno en el debate y proclamaba ante las cámaras que su familia “no es racista ni de lejos”.

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