Seguridad sin fronteras

¿Cómo construir consensos internacionales cuando las naciones se enzarzan en controversias intestinas? ¿Cómo lograr mayor concurrencia cuando asoman los fantasmas de una nueva Guerra Fría y la nostalgia de antiguos imperios? La pregunta recoge una conducta perenne del género humano: la fluctuación entre la cooperación y la destrucción. Las sociedades organizan redes de colaboración en el endogrupo, cada vez más extensas y complejas, que se corresponden con un equivalente de violencia extrema hacia los grupos externos. Lo describe Jeffrey Sachs en Las edades de la globalización (Deusto). Actualmente la organización en redes globales se despliega principalmente en la esfera digital, el sistema financiero e instituciones como la ONU, OMS u OMC. El potencial disruptivo, en la acumulación de armas y su inigualable capacidad de devastación, el deterioro del medio ambiente y la rivalidad entre China y Estados Unidos. Los acontecimientos podrían deslizarse en un sentido u otro. Si queremos “evitar que se reproduzcan los contraproducentes patrones de conflicto que tanto han prevalecido a lo largo de la historia”, tendremos “que realizar extraordinarios esfuerzos para consolidar la paz en los próximos años”, escribe Sachs.

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