Los aprietos de Uber para entrar al jugoso negocio turístico del Caribe mexicano

Entre palmeras y aguas cristalinas libran estos días una fea pelea los taxistas de Cancún contra la empresa Uber, que también quiere disfrutar del millonario negocio caribeño. Lo que en otros países del mundo sería una cuestión puramente laboral, en tierras mexicanas la lógica está atravesada por factores oscuros que han derivados en bloqueos de carreteras y agresiones callejeras que han trasladado el asunto hasta la Fiscalía y obligado al gobierno estatal de Quintana Roo a intervenir para que no se desborden las aguas en uno de los lugares más turísticos del mundo. Les va en ello la imagen y los ingresos. Agitados los ánimos y muy encontradas las posiciones, en algo coinciden todos: esto se ha convertido en un problema social que compromete el futuro de la Riviera Maya y perturba a diario a la población. La señal de peligro inminente la dio el Gobierno de los Estados Unidos, cuando al inicio de la semana advirtió a sus compatriotas del riesgo de verse envueltos en un peligro inadvertido por el simple hecho de solicitar el servicio de un Uber.

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