Regina Tchelly (41 años) tenía 19 cuando inmigró desde el pobre noreste brasileño en búsqueda de un sueldo mejor. Cambió los 11 euros mensuales que cobraba como empleada doméstica en Paraíba por los 42 que le pagaban en Río de Janeiro. Al llegar a la ciudad carioca, ubicada en el sureste del país, en el 2000, a Tchelly le impresionó con la cantidad de desperdicios en las calles. “Después de los mercados sobraban montañas de alimentos que en Paraíba aprovechamos”, explica. Sin saberlo, esta primera percepción, fruto de la riqueza de la multiculturalidad, erguía un puente hacia su futuro como emprendedora.