A la vera de la calzada México-Tacuba, a tiro de piedra del centro de Ciudad de México, la enorme raíz grisácea de un ahuehuete recuerda la posibilidad de un llanto. Fue allí hace 501 años donde Hernán Cortés y sus hombres pararon a descansar, cuando huían de Tenochtitlan y las huestes mexicas. Los locales lograban una victoria parcial y Cortés, derrotado, sollozó bajo la sombra del árbol. Al menos eso dice la leyenda.
