El placer cambia de horario: ‘capuccinos’ en lugar de gin tonics

De alguna forma nos regimos ahora por un reloj más que nunca. Todo ha pasado a tener una alarma, un recordatorio en el móvil, una hora de inicio. Creo que debió de empezar con los aplausos, que pusimos a las nueve de la noche, pero acordamos (cuando era fácil construir consensos) adelantarlo a las ocho de la tarde por los niños, para que pudiesen dormir sin estruendo durante el confinamiento duro.

Seguir leyendo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *