En un Estados Unidos cada vez más polarizado, el Senado es un reflejo de las encarnizadas luchas entre partidos. Es cada vez más una rareza que los legisladores republicanos voten a favor de medidas propuestas por los demócratas, y viceversa. Pero esta semana las corbatas y las chaquetas han conseguido lo que no han podido ni la guerra en Ucrania ni los presupuestos nacionales: ponerles a todos de acuerdo. Han votado por unanimidad a favor de una enmienda presentada por ambos partidos que les obligará a vestir de traje en los plenarios: una reacción fulminante al anuncio del líder de la mayoría demócrata, Charles Schumer, que la semana pasada había dado libertad a sus señorías para vestir como quisiesen.
