Eran siete amigos y primos que se conocían de la escuela y pasaban juntos la noche del sábado en un rancho en la comunidad de Malpaso, municipio de Villanueva, Zacatecas. Todos tenían entre 14 y 18 años. Un grupo de hombres armados rompió la calma de la madrugada disparando al aire. Se llevaron a todos los adolescentes, todavía descalzos. Enviaron un video a sus familias en el que se veía a los jóvenes caminando por un cerro. Extorsionaron a los parientes. Los amenazaron para no acudir a las autoridades. Pero sus madres y sus padres cortaron carreteras y alzaron la voz para exigir justicia: querían volver a ver a sus hijos con vida. Los secuestradores mataron a seis de los muchachos y abandonaron los cuerpos en una zona “de difícil acceso, ya que no hay caminos”, aseguró la Fiscalía estatal un par de días más tarde. Solo uno sobrevivió.
