Agua y aire acondicionado gratis: así se autogestionan los refugios climáticos en Madrid

Ataviado con un casco de bicicleta en la cabeza, Víctor Coq, de 33 años, espera, paciente, en una silla de plástico en el refugio climático del mercado municipal de Pacífico, en el distrito madrileño de Retiro. El francés, afincado en la capital desde hace más de una década, chequea su móvil mientras el comerciante de una panadería con productos sin gluten le prepara dos grandes bolsas con la mercancía. Huele a pan recién horneado. Y aún le quedan horas de trabajo. “Me parece muy bien para frenar los golpes de calor y también para la gente mayor”, dice sonriente el repartidor, acomodado bajo el aire acondicionado. Hace un mes que entre los estantes de frutas y verduras de este mercado, se han colocado siete mesas con cuatro sillas cada una. Una jarra de agua con hielo y una pila de vasos de plástico conforman este nuevo refugio, por el que ya han pasado unas 40 personas, según la asociación de comerciantes del mercado. Así se gestionan los refugios climáticos en Madrid, para que las personas, especialmente las más vulnerables, se resguarden del calor ante la inexistencia de una red pública.

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